martes, 17 de agosto de 2010

El continuo resto de espinas de mi alma


Esta noche, comenzaré a comprimir recuerdos, azules, redondos, misteriosos y tan desesperantes que pasan por mi cerebro, en solo un punto de batalla, dolor y algo de angustia y desolación al saber que me depara el día siguiente, cada momento el vacio me invade, se ha vuelto un alimento de risas, para no decirle a alguien, “Me vez, yo lloró, pero como soy un cobarde, no quiero hacerlo a tu delante, para que no me juzgues “.

Mi cuerpo solo camina, y mi cerebro ha intentado hallar alguna forma de salir de esta dependencia, tan surrealista, y al mismo tiempo nítida en mí interior, tan amable y tan perversa, como tengo el corazón, al no conocer mis palabras solo las grita, con odio y desesperación.

No evito sentirme como estoy, no lo hago porque esto me ha enseñado lo tan pequeño es este hilo, tan pequeño es la marca de tu sombra, pero al ver la sangre coagulando estos pisos que camino, que les mancho sin querer, pidiendo misericordia, para que me dejen de doler, y pidiendo que no me quiten nada lo que siento, pero al sentir esa equivalencia, recuerdo que es imposible llegar a sacrificar una de ellas, por eso las dejo al tacto, por eso no las quito, y me las lamo, para saborear lo que significa estar derrotado por una ausencia que no se va, que sigue perenne, que sigue allí sin irse, solo riendo, solo viéndome.

Dolor el producto de estar vacio, el colmo de mi ignorancia al ver mi lapida sin dedicatoria, sin nombre, sin sentir que nadie me recuerde, sin que nadie diga amor, cuando las gaviotas abandonan el mar en el ocaso de el día, cuando la noche toma con su estaca su corazón, su sentimiento agotado por los golpes de este impaciente, de este despojo de caricias perversas, de veneno asfixiante que inoculó su ser, y no hace nada para prepararle un antídoto, solo mira con miedo al saber que cada momento muere, por ese egoísmo llamado “yo”.

La tristeza de media noche me avisa que solo es una incógnita sin pasado, sin determinar como solucionar todo lo que me rodea, solo sentir depresión sin actuar, solo discriminando mi ser, al determinar que acabar de una buena vez, que se valla y no regrese. Pero por otro lado ese “no”, este amor que me recuerda su existencia dulce, que humillé por no sentir, por no leer las letras de un corazón, que intentó decir que seguiría pase lo que pase.

¿Acaso solo este el plano, de mi propia perspectiva?

¿Acaso la estrella fugaz de nuestro rencuentro, contó el final de tanto dolor?

¡Resistir!, lo duro es lo que pasa ahora, y se que es un mar de conceptos tremendamente incapaces de buscar una solución, en un navío sin tripulante, solo remos, solo acondicionado a ser soledad, a ser un estigma imperfecto de la mediocridad, de ese destino burlón, una casualidad absoluta, que condensa las marañas de mi noche, que desespera por llegar a tocar su vicio, de sus motivos, de seguir andado, de saber que la única función que aparece en mi alma es ese dolor llamado “amor de picis”.

Lo siento, si no puedo ser esa función de eternidad, lo siento si mis palabra fueron toscas o sarcásticamente destructivas, lo siento si no fui lo suficiente capaz de correr a tu lado, pero, pero esto sigue en mi y no lo puedo sacar, no puedo ser el sabio que mis libros inspiran a convertirme, pero lo único que puedo advertir en este circulo vicioso de esta noche obtusa, está noche cuando la resignación en lo profundo de mi ser, dice que no existe, que señala que la decisión no cambia, que mi alma ya está en ti, y si se devuelve, ya estará mas impregnada de un olor que aún desconozco, y que me seguirá torturando y al mismo tiempo, comenzará a ser la esencia de mis días y noches, de cada sueño, de cada misterio que comprendería que no puedo dejarte de amar…